jueves, 6 de octubre de 2011

El Charco de la Pava congrega a 5.000 jóvenes en su botellona más vigilada - El Correo de Andalucía

 

El Charco de la Pava congrega a 5.000 jóvenes en su botellona más vigiladaIria Comesaña Actualizado 06/10/2011 22:32

Hasta 5.000 jóvenes volvieron a reunirse ayer en una enorme botellona. - J.M.Cabrera / Atese

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Los controles policiales impidieron la entrada de coches y motos al descampado en el que murió apuñalado un joven en la última barrialada, hace seis meses.

Unos 5.000 jóvenes, según fuentes policiales, llegaron a congregarse ayer tarde en el Charco de la Pava en una nueva botellona difundida por las redes sociales, que estuvo férreamente vigilada por las fuerzas de seguridad y concluyó sin incidentes, después de que la última barrilada acabase con la muerte de un joven de 24 años apuñalado , en marzo.

El blindaje policial, montado desde por la mañana, impidió la entrada de coches y motos al descampado; estableció un vistoso dispositivo de controles de alcoholemia y trató de impedir que chavales borrachos cruzasen la avenida Carlos III por cualquier lado, con vallas entre los carriles de uno y otro sentido para obligarlos a cruzar por los semáforos.

La Policía Nacional, que apostó varios furgones de antidisturbios, también estuvo al quite: "antes ha empezado una pelea y la secreta no ha tardado ni un minuto en venir ", contaba Adrián Sáez, de 16 años, que asistió al anterior botellón y llegó a ver al fallecido. Ayer aseguraba que la diferencia entre ambas fiestas había sido "grande, porque ese día hubo un montón de peleas con las botellas volando y hoy estamos mucho más tranquilos".

Y aunque al anochecer el recino estaba lleno de basura, botellas rotas por el suelo y adolescentes que salían tambaleándose y se metían en la carretera sin mirar, al no tener la luz ni la música de los coches los chavales salieron en desbandada entre las 20 y las 21 horas; sólo quedaron algunos grupos dispersos que el Ayuntamiento cuantificó en unas 1.500 personas.

Desde mediodía, cuando comenzaron a llegar riadas de jóvenes, un amplio dispositivo de Policía Local había apremiado a los chavales que llegaban cargados con bolsas de botellas para que no se quedaran en la Cartuja sino que cruzaran, por los semáforos, hasta el descampado. Se habían colocado vallas entre ambos sentidos de circulación para que no cruzaran por medio, lo que se logró durante la tarde, aunque de noche la gente salía de entre el arbolado poco menos que tirándose a la calzada en algunos casos.

Patrulleros apostados en todas las rotondas de Carlos III desde las que se accede al descampado frenaron la entrada de vehículos, para evitar bravuconadas al volante cuando los chavales hubieran bebido e impedir que pudieran ocultar navajas o cualquier elemento que pudieran usar como arma. De paso, al privarlos de música y luz, facilitaron que al llegar la noche se marcharan.

Es lo que hacían cerca de las nueve Alejandra Mensaque, Nela Linares, Luis García y Jesús Zamorano, estudiantes de primero de Comunicación. El grupo se había repartido bien los papeles: los chavales acusaban el consumo de "vodka y whisky con marca de tiesos", pero las chicas estaban sobrias porque Nela tenía que conducir. Iban a recoger el coche, que habían dejado en la facultad porque por la mañana habían ido a clase, "y a llevar a comerse una hamburguesa" a los chicos, que falta les estaba haciendo. "No ha habido ni una pelea", aseguraban las chicas, que también habían estado en la botellona de marzo, en la que "sí que hubo bullas", en una cita que reunió a 6.000 chavales .

Adrián Sáez y su amiga Belén Álvarez, llegada de Huelva para la fiesta, daban una clave: "También hay menos gente porque muchos se han echado atrás por la puñalada de la otra vez". Ellos seguían bebiendo ya entrada la noche, aunque aseguraban que habían ido en autobús y se volvían "con amigos que no beben".

LA PRINCESA FIONA SE CORTA EN UN PIE.

El dispositivo sanitario, que incluyó el montaje de un hospital de campaña con 15 camillas y un grupo electrógeno en los jardines de la Gerencia de Urbanismo, se saldó con sólo dos asistencias, una por intoxicación etílica. Eso sí, la segunda tuvo miga: una chica ataviada como la princesa Fiona de la película Shrek, con la cara pintada de verde y un vestidito blanco, fue trasladada por efectivos de Protección Civil al haberse hecho un corte en el pie derecho con una de las botellas rotas que, junto a numerosas bolsas de plástico, quedaron esparcidas por el suelo. La Policía Local realizó 60 test de alcoholemia en el control de la avenida Carlos III, todos con resultado negativo, y puso tres multas de tráfico y cinco denuncias por la Ley Antibotellona. También identificó a 54 personas e imputó a otra por un delito, sin llegar a detenerla.

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