Inimaginable concebir una Sevilla sin puentes. El río Guadalquivir, discurriendo a lo largo de ambas orillas, sin ninguna pasarela que lo cruce. Triana y Sevilla, Sevilla y Triana frente a frente separadas por este «espejo líquido» que baña las márgenes. «Quizás por su fondo arenoso», y por no soportar peso con facilidad, no se materializó hasta el año 1171 dando el ansiado salto de la Sevilla sin puentes al primer puente que tuvo Sevilla.
Pero… ¿cómo se cruzaba de una orilla a otra sin este tipo de construcción? Según explica Andrés Segura, presidente de la Asociación Puente de Barcas, «había un gremio de barqueros cuyo embarcadero estaba ubicado entre el actual puente de la Barqueta y la puerta de San Juan. Trasladaban tanto personas, como ganado, mercancías, en sus barcazas, y eran muy duchos en el tema de la comunicación a través del río». Su trabajo sólo se veía interrumpido cuando azotaba el temporal o las riadas, viéndose abocados en esas circunstancias a suspender las conexiones «para evitar accidentes».
A base de estos bateleros era posible pasar de una orilla a otra de la ciudad hasta que en el año 1171 el Emir Abud Yacub Yusuf decide encargar la construcción del primer puente que tuvo Sevilla: el puente de Barcas. Materializado entre el 4 de septiembre y el 10 de octubre de ese año, 11 barcazas de madera componían esta primera pasarela. En el mismo lugar donde se ubica el afamado Puente de Triana, se erigió durante siete siglos el Puente de barcas, el único sobre el río Guadalquivir como vía de conexión entre Sevilla, Triana y el Aljarafe. Una plataforma que no estuvo exenta de problemas durante los más de 600 años que estuvo en pie.
De la Sevilla sin puentes al primer puente que tuvo Sevilla
En este grabado aparecen los barqueros que realizaban los traslados de orilla a orilla.
«Tuvo averías importantes, a causa de los temporales, y se rompían las barcas, cuyos trozos llegaban hasta Coria. Cuando esto ocurría volvían a funcionar los barqueros, que mientras existió el puente siguieron haciendo traslados de orilla a orilla aunque con menor actividad», expone Segura. Así, debido a estas roturas, «se modificaban el número de barcas, con lo cual, en algunas ocasiones llegó a tener hasta un máximo de 17 barcas».
Un paseo de «alto riesgo»
Cruzar a Sevilla antes de la construcción del Puente de Isabel II se convertía, con el paso del tiempo, en un paseo de alto riesgo. «Era un medio de comunicación importante pero peligroso. No era fijo, y aunque las barcas tenían anclas en el fondo del río, el puente tenía oscilaciones, se movía, con lo cual se producían muchos accidentes, caían personas y animales al agua, sobre todo cuando algún caballo se desbocaba, y algunas llegaron a morir ahogadas», añade el presidente de la entidad que rinde homenaje a este puente.
Aunque hubo alguna rotura «voluntaria», con motivo de la llegada a Sevilla del rey Felipe II en el año 1570, que «entró por el río aguas arriba y tuvieron que romper el puente para que pasara la embarcación real».
El mantenimiento de esta construcción era harta costosa para el Consistorio, puesto que continuamente se sucedían desperfectos y reparaciones, por ello se planteó la necesidad de edificar el actual puente de Triana. Mientras tanto, para su conservación existía la figura de los «tenedores» de puente. «Se les concedía durante 10 años la guarda y mantenimiento por una cantidad de dinero. Ellos reparaban las barcas, las tablas, y vigilaban el puente durante toda la noche ya que era un sitio donde se sucedían robos y asesinatos», explica Andrés Segura.
De la Sevilla sin puentes al primer puente que tuvo Sevilla
Única fotografía que existe del Puente de Barcas.
Personajes célebres que cruzaron el puente de Barcas
Según relata Segura, fueron muchos los personajes relevantes que cruzaron el puente de Barcas. Como «Cristóbal Colón en 1493 tras su regreso de América y junto a una comitiva pintoresca compuesta por aborígenes de la tierra descubierta». Hizo lo propio Santa Teresa de Jesús, en su visita a la parroquia de Santa Ana. También atravesó estas barcazas de madera Isabel de Portugal cuando se casó con Carlos V en el Alcázar en 1526.
En cuanto a las cofradías de la ciudad, la primera que cruzó fue la Virgen de los Reyes el 30 de noviembre de 1532, seguida posteriormente por La O, la Esperanza de Triana, El Cachorro y Las Aguas.
Una construcción subastada
«Para la gente de Triana el puente de Barcas fue muy importante, y para los negocios de Sevilla también, ya que desde el Aljarafe se traía al aceite, el vino, etc. Si había cualquier problema Triana se quedaba aislada», argumenta Segura. Y es que las roturas, en algunas ocasiones, tardaban meses en ser reparadas.
Como curiosidad, el presidente de la Asociación Puente de Barcas destaca que «como boya usaban pellejos de animales inflados para los puntos de flotación». Se ubicó a la altura de la plaza de toros para construir el puente actual. Pues durante los años que duraron las obras del Puente de Triana, el de barcas tuvo que ser desplazado para continuar como nexo de comunicación entre ambas riberas.
«Lamentablemente», añade, «el 31 de junio de 1852 se desmonta y se retiran los anclajes, ya inaugurado en ese año el puente de Isabel II». Desaparece entonces de la estampa sevillana y quedó reducido a un montón de madera que fue subastado. Ahora, esta entidad sin ánimo de lucro, pretende recrear su añorado puente con un monumentoque le rinda homenaje al que fue durante 7 siglos el único nexo de unión entre Sevilla y Triana.

Imágenes: archivo de Andrés Segura.